Rostro de San Juan Evangelista. Obra de Raúl Trillo

San Juan Evangelista pasó a ser Titular de la Hermandad tras aprobarse en la última modificación de estatutos.

Es obra del imaginero malagueño y vecino de nuestra barriada Raúl Trillo, y es una imagen de vestir en madera policromada.

La tradición cristiana nos dice que Juan, a la postre Juan el Evangelista, nació en Galilea. Era hijo de Zebedeo y hermano de Santiago el Mayor.
Su oficio era el de pescador. Y al parecer tuvo la inmensa dicha de ser el discípulo más amado por Jesucristo. Juan recibió de Jesús sus enseñanzas, y formó parte del reducido grupo que le acompañó a todas partes y entre otros presenció sus grandes milagros. Juan participó en la Última Cena y fue el único de los apóstoles que estuvo presente en la Crucifixión de Jesús, y fue en esos momentos cuando recibió de Él, el más preciado de los regalos; Cristo le encomendó que cuidara de María, su Madre.

Juan, fue incluso, el primero de los apóstoles que el Domingo de la Resurrección llegó al sepulcro, cuando ya estaba vacío. Juan dedicó el resto de su vida a predicar la palabra del Señor. Tradicionalmente San Juan Evangelista se suele representar junto a un águila, ya que es considerado el autor de la Biblia que mayor espiritualidad ha alcanzado en sus escritos. Juan solía repetir en sus reuniones: “hermanos, ámense los unos a los otros, este es el mandato de Jesús, y si lo cumplimos, todo lo demás vendrá por añadidura”. En palabras de anterior párroco y consiliario Alejandro Escobar “Juan representa la amistad, la amistad verdadera, el autentico amor”.

Su festividad se celebra el 27 de diciembre.

El «discípulo amado» de Jesús tiene apariencia juvenil. Se muestra en actitud dialogante, para poder presentarse en “Sagrada Conversación” con Ntra. Sra. de los Dolores.

Junto a la cruz de Jesús estaban su madre y la hermana de su madre, María de Cleofás, y María Magdalena. Jesús, viendo a su madre y junto a ella al discípulo a quien amaba, dice a su madre: «Mujer, ahí tienes a tu hijo». Luego dice al discípulo: «Ahí tienes a tu madre». Y desde aquella hora el discípulo la acogió en su casa. 
Juan 19, 25-27